El centro “Domus Galilaeae” será un lugar donde los cristianos, y sobre todo, seminaristas y presbíteros, podrán tener un contacto directo con la tradición viviente de Israel, siguiendo las huellas de San Justino, de Orígenes, de San Jerónimo y de tantos otros Padres de la Iglesia, que volvieron a las fuentes hebraicas para comprender el sentido de la oración, de las fiestas y de las liturgias hebreas que fueron alimento cotidiano de Nuestro Señor Jesucristo.
La presencia en Israel de muchos de los mayores estudiosos de la Escritura, de prestigiosas escuelas bíblicas, hace de la Domus Galilaeae el lugar ideal para promover una recuperación de los estudios de la Escritura como testigo de la presencia viva de Dios.
Esto será así un cauce de comunicación que ayudará a los cristianos a profundizar en las raíces de su propia fe; un lugar para construir la paz, para ver a Dios, como dijo el Patriarca Sabbah cuando puso la primera piedra, concluyendo su homilía:
« ...Bienaventurados los puros de corazón porque ellos verán a Dios. ¡Ver a Dios! Entonces se verá la verdad de sus criaturas y se verá la paz de Dios que solamente puede ser la paz de los hombres... Hermanos y hermanas, recemos para que esta nueva casa sea verdaderamente un lugar de encuentro donde se vencen todas las dudas y donde se ayuda al peregrino a ver a Dios y a gozar de Su paz. Esto lo deseamos para todos aquellos que aquí vendrán para conocer a Jesús y para darlo a conocer. »
El sentido de la “Domus Galilaeae” ha sido más veces subrayado por Kiko y Carmen. Leer el Evangelio a la luz de la Tradición y de las Liturgias hebreas –ha dicho Carmen Hernández- ayuda a comprender “el misterio de este pueblo, que no demuestra la existencia de Dios, sino que, como testigo viviente, proclama su presencia a lo largo de toda la historia”. Por eso, sumergirse en la oración y en el estudio en este ambiente será para tantos futuros presbíteros, y para todos aquellos que lo harán, una verdadera fuente de renovación personal y teológica.
También Juan Pablo II, fuerte de su familiaridad con el mundo hebreo, ha propuesto varias veces, y últimamente en la Exhortación Apostólica “Dies Domini”, la necesidad de volver a las raíces hebraicas para comprender y vivir el cristianismo y dar impulso a la nueva evangelización.